jueves, 8 de septiembre de 2011

Convivencia educativa


ALFREDO YBARRA/
VIOLENCIA en las aulas, el enfrentamiento a las normas, conflictos de convivencia, falta de respeto a profesores, desencuentro entre profesores y padres, pérdida de ciertos valores educativos en la familia que influyen en el centro educativo, Algo pasa en la escuela, aquí, en Jaén, en Andalucía y en todo el territorio español. El ministerio de Educación ha empezado a debatir con los sindicatos de profesores más representativos las líneas generales de su plan nacional para promover la convivencia en las aulas. Entre las medidas que comenzarán a perfilar en dicha reunión, y apenas unos meses después de la aprobación de la ley orgánica de Educación, se encuentra la revisión de la legislación básica para adaptarla a la nueva situación que se vive en las escuelas en los últimos años. Además, se pretende impulsar la mediación escolar, algo que creo fundamental. El ministerio apunta a la necesaria coordinación con las autonomías en este asunto, en el que todos estamos de acuerdo en que es necesario un marco de medidas que procuren poner freno a una situación que poco a poco está crispando todo el sistema educativo. Hay que plantear un camino de cordura, serenidad en los centros y una prédica social que señale protocolos de actuación más firmes, más reglados y más consensuados socialmente. Estas estrategias de educación en la convivencia estarán al alcance de las comunidades autónomas, los centros y los profesores. Con el fin de mejorar el déficit de información sobre la convivencia escolar y el aprovechamiento de los recursos, la administración anuncia también la promoción de investigaciones al respecto y la creación de un observatorio estatal de la prevención de los conflictos. El plan parte de asumir una mayor disciplina, pero también de unos caminos mediadores, aunque si el problema lo dejamos en el centro educativo, mal camino vamos a llevar.

Y es que no cabe duda de que el conflicto educativo parte de un problema social. Por ello, en su resolución debe estar implicada toda la sociedad. La conflictividad de las aulas no es un problema de la escuela que sólo desde la institución escolar deba ser abordada. Sin embargo, resulta sorprendente que, estando todos de acuerdo en el origen social del problema, todavía las propuestas educativas que se ofrecen en la prevención y resolución de los conflictos se centran, casi exclusivamente, en actuaciones en el ámbito escolar. Y no es aquí donde la intervención educativa debe tener un carácter prioritario, ni mucho menos exclusivo. No es la escuela el factor más importante en la génesis de los conflictos, sino el medio social, y más en concreto la familia.Ahí es donde hay que incidir. Pero ¿sólo tenemos que esperar el plan del ministerio? Se trata de un tema bastante peliagudo en el que deberíamos de intervenir desde aquí, desde Jaén, desde Andalucía, con más ideas, con más proyectos y planteando un marco de valores sociales diferente.

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